Hermana Teresita Ramírez Vargas
Febrero 28 de 1989
El 5 de agosto
de 1987 había llegado a Cristales, para vincularse a este proyecto
evangelizador, la Hermana Teresita Ramírez Vargas. Nacida en La Ceja (Antioquia),
en 1947 en un medio campesino, fue la penúltima de 8 hermanos, e ingresó en
1964 a la Compañía de María, pronunciando sus votos solemnes, después de los
años de formación, en diciembre de 1975. Su preparación académica la hizo en la
Normal Antioqueña de Señoritas, en Medellín y en la Universidad Pontificia
Bolivariana, donde obtuvo su Licenciatura en junio de 1987.
Teresita
ejerció su acción evangelizadora en diferentes lugares, con preferencia entre
los pobres: en el barrio Doce de Octubre de Medellín y en el barrio El Bosque
de Barranquilla, un poblado de invasión, donde estuvo alrededor de 8 años.
Llegó a
Cristales con la actitud de quien quiere encarnar a Dios a través de la bondad,
entre sus hermanos más pobres. Por eso su diario caminar contagiaba alegría,
sencillez, cercanía, compromiso. Su tarea proyectaba inquietud y actividad
constantes para que fueran mejores las condiciones de vida; reflejaba entrega
incondicional, desinteresada. Varias veces en la semana, después de trabajar
con los alumnos en clases, se desplazaban a las veredas para compartir la vida
de los campesinos.
Con
entereza y capacidad de sacrificio afrontaba gozosamente las dificultades,
inclemencias y circunstancias adversas de tiempos y lugares. Eran proverbiales
su sencillez y solidaridad con los más pobres, su capacidad para escoger el
último lugar, para aceptar la postergación y el pasar inadvertida.
En mayo
de 1988 se preparaba en varias regiones del país, entre ellas el nordeste
antioqueño, una marcha campesina. Sacerdotes y religiosas de la zona, después
de hacer un cuidadoso discernimiento, decidieron hacerse presentes de alguna
manera en apoyo a los campesinos. Si les habían hablado de justicia, de
participación y de organización, no podían dejarlos solos en momentos tan
críticos. Por su parte, los campesinos habían elaborado un pliego de
reivindicaciones que eran de elemental justicia; pedían satisfacción a las necesidades
más básicas de la región: agua, electricidad, educación, atención a la zona, y
hasta el nombramiento de párrocos. Escogieron, como sitio de concentración, el
municipio de Cisneros.
Varios
sacerdotes y religiosas se dieron cita en Cisneros, atendieron a los campesinos
afectados por la larga marcha, en especial a mujeres y niños; ejercieron mediaciones
para conseguir aulas escolares donde los campesinos pudieran descansar, o para
evitar atropellos o desbordamientos de violencia en momentos de alta tensión.
Teresita
estuvo allí y ante la detención, en la estación de Sofía, de los organizadores
de la marcha, se vio forzada a ejercer ciertas funciones, como dirigirse al
Comandante para exigir respeto y buen trato para los participantes en la
marcha, ya que no había porqué dar “bolillazos” o empujar, cuando todo se hacía
de manera pacífica y se estaban haciendo demandas justas: servicios de agua,
luz, educación, atención a la zona, y nombramiento de párrocos para los lugares
que no los tenían.
Entre tanto el
contingente militar llegó a Puerto Berrío para reprimir la marcha; un oficial
alto y moreno identificó a Teresita por su nombre y su trabajo en Cristales.
Otros oficiales del Ejército en traje de civil, entraron a tomar abundantes
fotografías dentro de la escuela donde se alojaban los campesinos.
El Martirio
El 28 de
febrero de 1989, la Compañía de María celebraba los 90 años de su presencia en
Medellín. Para la ocasión se había preparado una celebración de familia. Las
Hermanas de Cristales se desplazaron a Medellín para compartir ese momento de
Acción de Gracias al Señor. Teresita regresó el lunes 27 para no dejar a los
alumnos del Liceo sin clase.
En la
mañana del 28 de febrero, llegó a Cristales un campero Toyota, último modelo,
de placas LC8031, con cinco hombres jóvenes a bordo, vestidos de civil, quienes
ingirieron algunas bebidas y preguntaron por el Párroco y la religiosa
responsable de expedir las partidas de Bautismo. Ellos no se encontraban.
Entonces tres se entraron al carro y dos se dirigieron al Liceo donde
preguntaron por la Rectora. Ante la negativa, replicaron: “¿hay alguna de las
Hermanas?”. Los condujeron entonces hasta el salón donde Teresita dictaba
clase.
Teresita
dialogó unos minutos con sus victimarios y éstos, al parecer, le pidieron que
anotara algo. Ella entró un momento al salón para traer una hoja de papel y
entre tanto los sicarios se colocaron, cada uno a un lado de la puerta del
salón. Cuando ella volvió a cruzar la puerta, le dispararon a quemaropa. Eran
las 11:20 am. En ese mismo momento, en Medellín, se llegaba al ofertorio de
aquella Eucaristía que conmemoraba los 90 años de presencia de la Compañía
allí.
Teresita fue llevada agonizante hacia el Hospital de San Roque,
pero en el camino falleció.
TOMADO DEL LIBRO : AQUELLAS MUERTES QUE HICIERON RESPLANDECER LA VIDA , PAGINA 173